“Meditando Nuestra Parashá Semanaria” by Instituto Toráh®

(Serie: Reflexiones Breves)

Lectura: Bereshit 23:1 – 25:18

¡Las vidas de Sará!

Cada porción está conectada entre sí; y su propósito es llevarnos a elevar nuestro conocimiento.

Así que esta parashá no es la excepción. Curiosamente esta porción nos habla de la muerte de nuestra matriarca Sará; sin embargo, empieza con la oración “Vayihyu Jaié Sarah”  / “Y fue la vida de Sarah”.

¿Cómo podemos interpretar esto?

La frase “Vayihyu” (וַיִּהְיוּ֙) tiene un valor en guematría de 37.

Aludiendo que de los 127 años de Sará, 37 de ellos fueron llenos de vida; desde el nacimiento de su hijo Yitzjak. Sará lo tuvo a los 90 años. (más adelante el secreto de esto)

Se cree que la mujer recibe vida cuando ella trae a esta dimensión a un hijo. Así que cada hijo otorga vida a sus padres.

En el sentido Sod; el ser humano es considerado como un árbol; el propósito de cada árbol es dar fruto. Cuando el Alma encuentra el perfecto equilibrio con el cuerpo, este tiene la capacidad de expresar vida en esta dimensión física. No necesariamente que en la parte física sólo exista la vida; sino que vida en realidad es el reflejo del mundo espiritual; de los mundos superiores. Así como el árbol tiene vida en sí mismo; el fruto es la expresión de la memoria del ADN de sus raíces.

En nuestro cuerpo almacenamos la vida que recibimos a través del Aliento divino. Este Aliento no está limitado a la parte física, en realidad lo que da vida a la materia es el suministro celestial. Recordándonos que nosotros, hablando físicamente, sólo somos una expresión de la memoria del ADN del origen de la verdadera vida. Y ella como tal, sigue existiendo aun sin la metería.

Desafortunadamente nos apegamos tanto a la materia que creemos que sólo ella contiene la vida, sin embargo, la materia solo es un recipiente de la vida misma en esta dimensión.

Sará ascendió a la Vida, no como una pérdida, sino como un mérito elevado. Ella recibió el mérito de ser una kedosha. En el anterior relato de la Akedat Yitzjak (atadura de Yitzjak) vimos que Abraham lleva a su propio hijo como un sacrificio.

Como lo hablamos en la porción pasada, el Zóhar nos enseña que Sará representa el cuerpo, mientras que Abraham representa el Alma.

Esto significa que cuando el Alma es capaz de limitar a su propio cuerpo, el cuerpo recibe una purificación completa; en la profundidad a esto se le conoce como el “Bitul” (la aniquilación del ego). Cuando los instintos son gobernados por el Alma; éstos ya no tienen el poder de controlarnos; de someternos y llevarnos a la esfera más baja. Los instintos se nos dieron para tener contacto con la metería; no para que ellos nos gobiernen. Cuando lo último sucede, somos simplemente como cualquier animal.

Cuando somos capaces de aniquilar el ego (no dejarnos gobernar por los instintos); entonces somos capaces de trascender en esta dimensión sin necesidad de morir físicamente.

La muerte puede existir en diferentes niveles. Se puede estar físicamente vivo sin impartir ninguna energía; en pocas palabras es como si la persona estuviera muerta. De la misma manera, una persona que ha fallecido, puede seguir vivo en nuestra mente y nuestro corazón, a través del legado que dejó a toda una generación como herencia.

Así que, nuevamente el significado de la vida y la muerte no debe limitarse a la dimensión física.

Sará fue llevada a “Me-arat Hamajpeláh” (La cueva de las tumbas dobles); en realidad “Majpeláh” es un portal dimensional que nos conecta con los mundos superiores, es decir donde tenemos la capacidad de unificar los cielos con la tierra.

Para finalizar:

En el texto original se lee: “Éstos fueron los años de la vida de Saráh”. Pero literalmente dice: “100 años, 20 años y 7 años”.

Aquí podemos vislumbrar otro código:

LA VIDA DE SARÁ:

• 100 Quf (ק) Ocaso
• 20   Kaf  (כ) Mano abierta
• 7     Zaín (ז) Espada

Nota: Abraham Abulafia decía que las letras hebreas no eran herramientas para la construcción de las palabras, sino que en su génesis representaban potentes símbolos.

El Ocaso representa un final o un comienzo; el día comienza con el ocaso; así que en realidad la vida es un ciclo de morir y de renacer. La letra Quf manifiesta que detrás de cada Ocaso hay una nueva bendición; debido a ello, el “Benei Israel” busca hacer un alto entre la separación del comienzo del día (haciendo la oración del atardecer / Minjá), guiándonos en el Ocaso como señal.

Vemos claramente, como una “Mano Abierta” (Kaf); como diciéndonos: “Hagan un alto; Póstrense; hay una nueva misericordia en el comienzo del día”. Esto significa la letra hebrea Kaf.

La letra siguiente, la letra Zaín, termina confirmando esta idea; ella expresa la Espada, el Arma que todo ser humano necesita para embarazar su atmósfera; ¿Cómo lo hacemos? hablando los códigos de la Toráh a través de la tefiláh (oración).

Saráh tuvo a su hijo a los 90 años:

• 90 Tsadid (צ) Hombre recostado

El resultado de reconocer la misericordia de Ha’Shem que cada nuevo día trae (Lamentaciones 3:23); exaltando y adorando al Boré Olam; recibiendo el nuevo día con la oración del atardecer nos potencia para purificar nuestro cuerpo; convirtiéndonos en la letra “Tzadi”: “el hombre que descansa confiadamente en Ha’Shem”; de esta figura se extrae el término “Tzadik” el Justo.

¡Que nuestro anhelo no sea alcanzar las estrellas de los cielos; sino que nosotros seamos alcanzados por aquel que las formo!

¡Si las puedes contar; así será tu promesa!

Nota: Nos vemos más tarde en el en vivo

Oscar Jiménez Gless

Dir. Instituto Toráh®

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